Enclaustrado en la estepa de la noche olvidada.
Rizos recios se acumulan en un sudado aullido rubio de senos duros como la felicidad de una erección repentina, como el fuerte aroma a fluidos, sudor o pasión quemada, comas empapadas y cigarros. En la neblina de los trailers previos a una película ronca y oscura de prostitución europea. Sudo canciones en tus labios, placido en mis entrañas, con un aliento visceral que cubre la habitación calmada en un suaves silencios, callada en tus manos, soy testigo cautivo de tu piel que se extiende en mu cuerpo, que rasga la voz. Observadora paciente del latido compartido de labios suaves que ligeros bailan, que escuchan correr y caer las gotas que liberan los porros excitados de calor invocados, por toda aquella masa formada en frenéticos alaridos desgarradores de las ansias de saciar el hambre mutuo, frenesí retenido, cosmos liberados en cuerpos sinuosos que arqueados sueltan alaridos que se envuelven y les junta, les jala en continuos choques espasmódicos, toda una sola masa gelatina formada por lo que en unos minutos atrás eran dos, un par de cuerpos viciosos que se desvencijan en miradas, caen y caen gotas, lluvias bajo el concreto, se inundan las calles de tu vientre, y de la ciudad de tu cuerpo las aguas desembocan en tu cama, ese cama universo, ese cosmos nuestro que creamos a partir de ese momento, donde nada mas existe que estos dos cuerpos.
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