Maria Daniela y los truenos
No pienses, detente un segundo, no mas por esta noche, ya fue. Las noches suaves con sabor a madera en medio del verano futigan mis calles mentales, como gases de argumentos gubernamentales en alguna ciudad venezolana. Cerca de la menta de tu fogoza boca desnua consuelo mi respiracion al intentar consolar tu ternura en un solido abrazo, mientras el cuarto se torna azul blanco por un intante y vuelve a anochecer, tus brazos conjuran paz mientras delicadas señales me indican que viene el trueno. Lluvia de romance, regando el alma inhalo todas las frutas de tu cuerpo narcotico, con sabor a troncos humedos y tomate, con censaciones de cocaina en mi miembro, con la cordura trastocada y los aliados dormidos. Consuela ella una onrisa entre tanto frio silencio, rodeado de los impactos de gotas, una a una, con su velocidad al caer y como palabras que a lo lejos hienden y crujen, como una voz que fornica con tu mente y te va preñando de ideas falsas, que haces hijas y crias como vuestra. Palabra del señor?
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