Zarcillos olvidados
Primera vez hay para todo, hasta para descubrirte o redescubrirte tras haberte adentrado en el abismo de la vida. Por más que hablemos de mil cuentos y estrellas, hablamos de la vida y la muerte, de la vida siendo vivida, pues si no la vives la muerte pierde sentido y la vida por consiguiente. La vida siendo vivida a golpes, pero vivida a fin de cuentas, son golpes de crecimiento, y nos toca crecer con fuerza y con el alma desgarrada.
Caminar así por las noches oscuras, con el remanente del brillo perdido deja un complejo hedor en la psiquis, por detrás de cuello, que te impide avanzar sin ir derramando lágrimas. La vida es el sueño que se diluye en lentas lágrimas, te extraño. Nunca te rindas, nunca dejes de vivirla (te dirán), pero no es fácil, no es nada fácil no rendirse. Poco a poco aprendes a vivir con el hecho de que la vida no quiere vivirte, solo espera verte pasar, y si la amaste, solo te queda recordar y aceptar que aquello que fue, fue hermoso, pero no quiere ser nunca más. Debemos sacar el pecho, seguir caminando, vestirnos con las mejores lineas, hacer ejercicio, pensar menos por una temporada, tenderle la mano y decirle, acepto tu postura y tu decisión, te amo vida, aun encuentro pedazos de ti por mi habitación, guarde la mayoría bajo llave y aun así encuentro pedazos de ti, quiero poder decirte que estoy mejor, pero sería mejor decirte que estoy mejor que cuando estaba atornillado al dolor de perderte, no mejor de cuando nos vivimos juntos. Pero no digo nada, solo le doy la mano, le saludo, le digo que dejó algunos zarcillos por la casa y sigo con mi camino, intentando encontrar alguna especie de camino luego de haber visto a aquel que fabrique se clausuro.
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