En medio de la noche

Cuerpos tatuados de drogas, gimiendo en mi cama, con el aire raptado, con los ojos quebrados y doblados, el cuerpo guindando entre dientes pálidos, manos que se aferran al hipermundo, pequeñas nalgas bañadas en sudor y rojo violento y cálido, moviéndose en placer, con suave cerrar de brazos, pechos desolados, conjugados en la voz de una garganta muda, fuera de si, desquebrajados, una tecla que tiembla, vibra, se desprende, cruje y suelta el tono de la noche húmeda entre piernas abiertas que buscan lo que no existe, colchones retirados y agujereados por el éxtasis, muelles de madera podrida, pureza corrompida y violentada, burbuja de realidades alternas e imaginadas, repeliendo la tristeza que les rodea, viejas brujas gritando y riendo, desde el este hasta la gastada sala que guarda los instantes de escapes húmedos, todo es la sombra del recuerdo de aquello, la silueta personificando al tiempo, con cara, antropomorfizado, el octoplasma de tu cuerpo suspendido se desvanece en mis manos y se va colando entre mis dedos, se derrama por mi piel, pasan por los muslos, los codos,la rodilla, recorre las piernas y llega al suelo dejando un charco, una mancha en la memoria. Guardados en las viejas calles llenas de noche,  sentados en aceras con sombrillas simbólicas, empapado, bajo un fuerte clima, lluvia que se respira y llega hasta la almohada, todo termina en un frenético abrazo y un susurro al oído, desnudo acompáñame, acompáñame a cerrar los ojos y soltarme del cuerpo, y antes del final del abrazo un beso. Dolorosos orgasmos tallados en recuerdos, el rostro en un beso, un beso que se despide lentamente de la realidad y de mi.

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